Actualizado diciembre 24, 2015

El 13 de mayo de 1810, la llegada de una fragata británica en Montevideo confirmó los rumores que circulaban en Buenos Aires: Napoleón I de Francia había invadido España, capturando y derrocando al rey Fernando VII, quien fue reemplazado por el hermano mayor de Napoleón José Bonaparte. En ausencia del rey, diversas juntas surgieron en las ciudades españolas, asumiendo la soberanía temporal antes de ponerse bajo la autoridad de una Junta Suprema de Sevilla, después de tomar refugio de las tropas francesas en Cádiz. La desaparición repentina del rey soberano llevó a la pregunta de dónde yacía la autoridad legítima en las colonias: con José Bonaparte, el virrey, o la Junta de Sevilla? ¿Puede que los propios criollos establezcan juntas siguiendo el ejemplo español y asuman la autoridad provisional en ausencia de Fernando? Tales implicaciones revolucionarias significaron que por primera vez los criollos serían legítimamente capaces de ejercer el poder en América sin deferir a un virrey o ser desleal al rey. Y así, el 25 de mayo de 1810, una junta proclamo lealtad directa a Fernando VII y se hizo con el poder en Buenos Aires eliminando al virrey Cisneros el mismo día.

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