La Inmaculada Concepción de María es una consecuencia directa de su maternidad divina. St Anslem de Aosta escribió: «De cierto, era lógico que la Virgen se embelleció con una pureza mayor que lo cual no se puede concebir, excepto por Dios. Porque, a ella, Dios el Padre estaba dispuesto a dar a su único Hijo, que era, naturalmente, uno y el mismo Hijo común de Dios Padre y de la Virgen. «(De Conceptu virginali et originali peccato, XVIII)

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