Actualizado diciembre 26, 2021

La poesía infantil no solo es bella en sí misma, sino divertida e instructiva: los niños pueden ingresar en un mundo bello y expandir su propia imaginación. Por tal motivo aquí, como en ningún otro sitio, presentamos los mejores 50 poemas infantiles cortos con autor para leer y disfrutar. 

Poemas para niños con su autor

Los ratones (Lope de Vega)

Juntáronse los ratones
para librarse del gato;
y después de largo rato
de disputas y opiniones,
dijeron que acertarían
en ponerle un cascabel,
que andando el gato con él,
librarse mejor podrían.

Salió un ratón barbicano,
colilargo, hociquirromo
y encrespando el grueso lomo,
dijo al senado romano,
después de hablar culto un rato:
¿Quién de todos ha de ser
el que se atreva a poner
ese cascabel al gato?

Agua, ¿dónde vas? (Federico García Lorca)

Agua, ¿dónde vas?
Riendo voy por el río
a las orillas del mar.

Mar, ¿adónde vas?
Río arriba voy buscando
fuente donde descansar.

Chopo, y tú ¿qué harás?
No quiero decirte nada.
Yo…, ¡temblar!

¿Qué deseo, qué no deseo,
por el río y por la mar?
Cuatro pájaros sin rumbo
en el alto chopo están.

Mariposa del aire (Federico García Lorca)

Mariposa del aire,
¡Qué hermosa eres!
Mariposa del aire
dorada y verde.

Luz de candil,
Mariposa del aire,
¡quédate ahí, ahí, ahí!
No te quieres parar,
pararte no quieres.

Mariposa del aire
dorada y verde.
Luz de candil,
Mariposa del aire,
¡quédate ahí, ahí, ahí!
¡quédate ahí!
Mariposa, ¿estás ahí?

Cómo se dibuja un niño (Gloria Fuertes)

Para dibujar un niño hay que hacerlo con cariño.
Pintarle mucho flequillo,
que esté comiendo un barquillo;
muchas pecas en la cara que se note que es un pillo;

Continuemos el dibujo: redonda cara de queso.
Como es un niño de moda, bebe jarabe con soda.
Lleva pantalón vaquero con un hermoso agujero;
camiseta americana y una gorrita de pana.

Las botas de futbolista, porque chutando es artista.
Se ríe continuamente, porque es muy inteligente.
Debajo del brazo un cuento por eso está tan contento.
Para dibujar un niño hay que hacerlo con cariño.

La plaza tiene un torre (Antonio Machado)

La plaza tiene una torre,
la torre tiene un balcón,
el balcón tiene una dama,
la dama una blanca flor.
ha pasado un caballero
-¡quién sabe por qué pasó!-
y se ha llevado la plaza,
con su torre y su balcón,
con su balcón y su dama
su dama y su blanca flor.

Manuelita la tortuga (María Elena Walsh)

Manuelita vivía en Pehuajó
pero un día se marcó.
Nadie supo bien por qué
a París ella se fue
un poquito caminando
y otro poquitito a pie.

Manuelita, Manuelita,
Manuelita dónde vas con tu traje de malaquita
y tu paso tan audaz.

Manuelita una vez se enamoró
de un tortugo que pasó.
Dijo: ¿Qué podré yo hacer?
Vieja no me va a querer,
en Europa y con paciencia
me podrán embellecer.

En la tintorería de París
la pintaron con barniz.
La plancharon en francés
del derecho y del revés.

Le pusieron peluquita
y botines en los pies. Tantos años tardó en cruzar
el mar que allí se volvió a arrugar
y por eso regresó vieja como se marchó
a buscar a su tortugo que la espera en Pehuajó

Las hadas (Rubén Darío)

Las hadas, las bellas hadas,
existen, mi dulce niña,
Juana de Arco las vio aladas,
en la campiña.

Las vio al dejar el mirab,
ha largo tiempo, Mahoma.
Más chica que una paloma,
Shakespeare vio a la Reina Mab.

Las hadas decían cosas
en la cuna
de las princesas antiguas:
que si iban a ser dichosas
o bellas como la luna;
o frases raras y ambiguas.

Con sus diademas y alas,
pequeñas como azucenas,
había hadas que eran buenas
y había hadas que eran malas.

Y había una jorobada,
la de profecía odiosa:
la llamada
Carabosa.

Si ésta llegaba a la cuna
de las suaves princesitas,
no se libraba ninguna
de sus palabras malditas.

Y esa hada era muy fea,
como son
feos toda mala idea
y todo mal corazón.

Cuando naciste, preciosa,
no tuviste hadas paganas,
ni la horrible Carabosa
ni sus graciosas hermanas.

Ni Mab, que en los sueños anda,
ni las que celebran fiesta
en la mágica floresta
de Brocelianda.

Y, ¿sabes tú, niña mía,
por qué ningún hada había?
Porque allí
estaba cerca de ti
quien tu nacer bendecía:
Reina más que todas ellas:
la Reina de las Estrellas,
la dulce Virgen María.
Que ella tu senda bendiga,
como tu Madre y tu amiga;
con sus divinos consuelos
no temas infernal guerra;
que perfume tus anhelos
su nombre que el mal destierra,
pues ella aroma los cielos
y la tierra.

Mariposa del aire (Federico García Lorca)

Mariposa del aire,
qué hermosa eres,
mariposa del aire
dorada y verde.
Luz del candil,
mariposa del aire,
¡quédate ahí, ahí, ahí!
No te quieres parar,
pararte no quieres.

Mariposa del aire
dorada y verde.
Luz de candil,
mariposa del aire,
¡quédate ahí, ahí, ahí!.
¡Quédate ahí!
Mariposa, ¿estás ahí?

Abril (Juan Ramón Jiménez)

El chamariz en el chopo.
-¿Y qué más?

El chopo en el cielo azul.
– ¿Y qué más?
El cielo azul en el agua.
– ¿Y qué más?

El agua en la hojita nueva.
– ¿Y qué más?
La hojita nueva en la rosa.
– ¿Y qué más?
La rosa en mi corazón.
– ¿Y qué más?
¡Mi corazón en el tuyo!

Canción de cuna del elefante (Adriano del Valle)

El elefante lloraba
porque no quería dormir…
Duerme elefantito mío,
que la luna te va a oír…

Papá elefante está cerca,
se oye en el Manglar su mugir;
Duerme elefantito mío,
que la luna te va a oír…

El elefante lloraba
y alzaba su trompa al viento…
parecía que en la luna
se limpiaba la nariz.

Pegasos, lindos pegasos (Antonio Machado)

Pegasos, lindos pegasos,
caballitos de madera.

Yo conocí siendo niño,
la alegría de dar vueltas
sobre un corcel colorado,
en una noche de fiesta.

En el aire polvoriento
chispeaban las candelas,
y la noche azul ardía
toda sembrada de estrellas.

¡Alegrías infantiles
que cuestan una moneda
de cobre, lindos pegasos,
caballitos de madera!

Llega el invierno (Marisol Perales)

El señor invierno
se viste de blanco,
se pone el abrigo
porque está temblando.

Se va a la montaña,
se mete en el río,
y el parque y la calle
se llenan de frío.

Se encuentra a la lluvia
llorando, llorando,
y también al viento
que viene soplando.

¡Ven amigo sol!
Grita en el camino,
pero el sol no viene
porque se ha dormido.

La vaca estudiosa (María Elena Walsh)

Había una vez una vaca
en la Quebrada de Humahuaca.
Como era muy vieja,
muy vieja, estaba sorda de una oreja.

Y a pesar de que ya era abuela
un día quiso ir a la escuela.
Se puso unos zapatos rojos,
guantes de tul y un par de anteojos.

La vio la maestra asustada
y dijo: – Estas equivocada.
Y la vaca le respondió:
¿Por qué no puedo estudiar yo?

La vaca, vestida de blanco,
se acomodó en el primer banco.
Los chicos tirábamos tiza
y nos moríamos de risa.
La gente se fue muy curiosa
a ver a la vaca estudiosa.
La gente llegaba en camiones,
en bicicletas y en aviones.

Y como el bochinche aumentaba
en la escuela nadie estudiaba.
La vaca, de pie en un rincón,
rumiaba sola la lección.

Un día toditos los chicos
se convirtieron en borricos.
Y en ese lugar de Humahuaca
la única sabia fue la vaca.

De ola en ola (Antonio García Teijeiro)

De ola en ola,
de rama en rama,
el viento silba
cada mañana.

De sol a sol,
de luna a luna,
la madre mece,
mece la cuna.

Esté en la playa
o esté en el puerto,
la barca mía
la lleva el viento.

Las gaviotas (Julián Alonso)

Mira las gaviotas
Volando en el puerto
Con sus alas blancas
Abiertas al viento.

Parecen cometas
Parecen pañuelos
Son sábanas blancas
que van por el cielo.

Abuelita (Tomás Allende Iragorri)

Quién subiera tan alto
como la luna
para ver las estrellas
una por una,
y elegir entre todas
la más bonita
para alumbrar el cuarto
de la abuelita.

El barquito de papel (Amado Nervo)

Con la mitad de un periódico
hice un barco de papel,
en la fuente de mi casa
le hice navegar muy bien.

Mi hermana con su abanico
sopla, y sopla sobre él.
¡Buen viaje, muy buen viaje,
barquichuelo de papel!

Pobre burro (Gloria Fuertes)

El burro nunca dejará de ser burro.
Porque el burro nunca va a la escuela.
El burro nunca llegará a ser caballo.
El burro nunca ganará carreras.

¿Qué culpa tiene el burro de ser burro?
En el pueblo del burro no hay escuela.
El burro se pasa la vida trabajando,
tirando de un carro,
sin pena ni gloria,
y los fines de semana
atado a la noria.

El burro no sabe leer,
pero tiene memoria.
El burro llega el último a la meta,
¡pero le cantan los poetas!

El burro duerme en cabaña de lona.
No llamar burro al burro,
llamarle “ayudante del hombre”
o llamarle persona.

Los sueños (Antonio Machado)

El hada más hermosa ha sonreído
al ver la lumbre de una estrella pálida,
que en hilo suave, blanco y silencioso
se enrosca al huso de su rubia hermana.

Y vuelve a sonreír porque en su rueca
el hilo de los campos se enmaraña.
Tras la tenue cortina de la alcoba
está el jardín envuelto en luz dorada.

La cuna, casi en sombra. El niño duerme.
Dos hadas laboriosas lo acompañan,
hilando de los sueños los sutiles
copos en ruecas de marfil y plata

Noche (Federico García Lorca)

Cirio, candil,
farol y luciérnaga.

La constelación
de la saeta.

Ventanitas de oto
tiemblan,
y en la aurora se mecen
cruces superpuestas.

Cirio, candil,
farol y luciérnaga.

En un trozo de papel (Antonio García Teijeiro)

En un trozo de papel
con un simple lapicero
yo tracé una escalerita,
tachonada de luceros.

Hermosas estrellas de oro.
De plata no había ninguna.
Yo quería una escalera
para subir a la Luna.

Para a subir a la Luna
y secarle sus ojitos,
no me valen los luceros,
como humildes peldañitos.

¿Será porque son dorados
en un cielo azul añil?
Sólo sé que no me sirven
para llegar hasta allí.

Estrellitas y luceros,
pintados con mucho amor,
¡quiero subir a la Luna
y llenarla de color

Todo está en su sitio (Gloria Fuertes)

Los lobos en el monte,
los pollitos en el corral,
los peces en el agua,
los barcos en el mar.

Ya todo está en su sitio,
ya todo en su lugar.

Los niños en la escuela
y los patos a volar.

Miedo (Gabriela Mistral)

Yo no quiero que a mi niña
golondrina me la vuelvan;
se hunde volando en el Cielo
y no baja hasta mi estera;
en el alero hace el nido
y mis manos no la peinan.
Yo no quiero que a mi niña
golondrina me la vuelvan.

Yo no quiero que a mi niña
la vayan a hacer princesa.
Con zapatitos de oro
¿cómo juega en las praderas?
Y cuando llegue la noche
a mi lado no se acuesta…
Yo no quiero que a mi niña
la vayan a hacer princesa.

Y menos quiero que un día
me la vayan a hacer reina.
La subirían al trono
a donde mis pies no llegan.
Cuando viniese la noche
yo no podría mecerla…
¡Yo no quiero que a mi niña
me la vayan a hacer reina!

Un desfile numeral (Carlos Reviejo)

Con este desfile
terminamos ya.
Marchando, deprisa,
los números se van.

Primero va el Uno,
que es el general,
porque de los números
es el mandamás.

El Dos es un cabo,
y el Tres, capitán.
El Cuatro y el Cinco
desfilan detrás.

El Seis con el Siete
no paran de hablar.
El Ocho está cojo
y no puede andar.

El Nueve les dice:
– !Más formalidad!
Y el Cero, enfadado,
rodando se va.

La merienda (Ana María Romero Yebra)

Hoy vienen mis amigos
a merendar
bizcocho y chocolate
que hace mamá.

Luego, sobre la alfombra,
nos cuenta un cuento.
No hay en toda la tarde
mejor momento.

Hoy es de una princesa
que está encantada.
Mientras tanto, la tele,
sigue apagada.

Los más bonitos poemas infantiles

La escuela (Eduardo Soler Fiérrez)

Clases de pequeños,
clases de mayores,
pupitres y sillas,
pizarras y flores,
libros y cuadernos,
tizas, borradores,
lápices y gomas
de muchos colores.

Tiene un patio grande,
jardín, corredores,
y niños y niñas
con sus profesores.

Parejas (Gloria Fuertes)

Cada abeja con su pareja.

Cada pato con su pata.

Cada loco con su tema.

Cada tomo con su tapa.

Cada tipo con su tipa.

Cada pito con su flauta.

Cada foco con su foca.

Cada plato con su taza.

Cada río con su ría.

Cada gato con su gata.

Cada lluvia con su nube.

Cada nube con su agua.

Cada niño con su niña.

Cada piñón con su piña.

Cada noche con su alba.

Así es (María Elena Walsh)

El cielo es de cielo,

la nube es de tiza.

La cara del sapo

me da mucha risa.

La luna es de queso

y el sol es de sol.

La cara del sapo

me da mucha tos.

Los reyes de la baraja (Federico García Lorca)

Si tu madre quiere un rey,
la baraja tiene cuatro:
rey de oros, rey de copas,
rey de espadas, rey de bastos.

Corre que te pillo,
corre que te agarro,
mira que te lleno
la cara de barro.

Del olivo
me retiro,
del esparto
yo me aparto,
del sarmiento
me arrepiento
de haberte querido tanto.

La soleá (Federico García Lorca)

Vestida con mantos negros
piensa que el mundo es chiquito
y el corazón es inmenso.

Vestida con mantos negros
piensa que el suspiro tierno
y el grito desaparecen
en la corriente del viento.

Vestida con mantos negros,
se dejó el balcón abierto
y el alba por el balcón
desembocó todo el cielo.

¡Ay, yayayayay
que vestida con mantos negros!

La luna asoma (Federico García Lorca)

Cuando sale la luna
se pierden las campanas
y aparecen las sendas
impenetrables.
Cuando sale la luna,
el mar cubre la tierra
y el corazón se siente
isla en el infinito.
Nadie come naranjas
bajo la luna llena.
Es preciso comer
fruta verde y helada.
Cuando sale la luna
de cien rostros iguales,
la moneda de plata
solloza en el bolsillo.

 

En abril, las aguas mil (Antonio Machado)

Son de abril las aguas mil.
Sopla el viento achubascado
y entre nublado y nublado
hay trozos de cielo añil.
Agua y sol. El iris brilla.
En una nube lejana,
zigzaguea
una centella amarilla.
La lluvia da en la ventana
y el cristal repiqueteo.
A través de la neblina
que forma la lluvia fina,
se divisa un prado verde,
y un encinar se esfumina,
y una sierra gris se pierde.
Los hilos del aguacero
sesgan las nacientes frondas,
y agitan las turbias ondas
en el remanso del Duero.
Lloviendo está en los habares
y en las pardas sementeras,
hay sol en los encinares,
charcos por las carreteras.
Lluvia y sol. Ya se oscurece
el campo, ya se ilumina,
allí un cerro desaparece,
allá surge una colina.
Ya son claros, ya son sombríos
los dispersos caseríos,
los lejanos torreones.
Hacia la sierra plomiza
van rondando en pelotones
nubes de guata y ceniza.

Niños de Somalia (Gloria Fuertes)

Yo como
tú comes
el come
nosotros comemos
vosotros coméis
¡Ellos no!

H (Gloria Fuertes)

H es para hortensia.
Hortensia la horripilenta,
la horrible maleducada,
fea glotona, pasmada.

Se comió cuarenta plátanos
en una fiesta invitada.
Y dejó una alfombra de tonos dorados
para que se escurrieran los invitados.

El gallo despertador (Gloria Fuertes)

Kikirikí,
estoy aquí,
decía el gallo
Colibrí.
El gallo Colibrí
era pelirrojo,
y era su traje
de hermoso plumaje.
Kikirikí.
levántate campesino,
que ya está el sol
de camino.
-Kikiriki.
levántate labrador,
despierta con alegría,
que viene el dia.
-Kikiriki.
Niños del pueblo
despertad con el ole,
que os esperan en el «cole’.
El pueblo no necesita reloj,
le vale el gallo despertador.

El dentista en la selva (Gloria Fuertes)

Por la mañana
el dentista de la selva
trabajó intensamente
con un feroce cliente.

Era el rey de la jungla,
era un león imponente,
con colmillos careados
y que le faltaba un diente.

Por la tarde
dijo el doctor dentista
a su enfermera reciente:
-pon el cartel en la choza,
no recibo más pacientes,
ha venido un cocodrilo
que tiene más de cien dientes.

La rata (Gabriela Mistral)

Una rata corrió a un venado
y los venados al jaguar,
y os jaguares a los búfalos,
y los búfalos a la mar.

¡Pillen, pillen a los que se van!
¡Pillen a la rata, pillen al venado,
pillen a los búfalos y a la mar!

Miren que la rata de la delantera
se lleva en las patas lana de bordar,
y con la lana bordo mi vestido,
y con el vestido me voy a casar.

¡Suban y pasen la llanada,
corran sin aliento, sigan sin parar!
Vuelen por la novia y por el cortejo,
y por la carroza y el velo nupcial.

Mi loro verde y azul (Óscar Jara Azócar)

En el verde, verde
un loro hablador,
sin ir a la escuela
sabe la lección.
En el verde, verde
en el verde, azul,
mi loro dice:
a,e,i,o,u.

A una nariz (Francisco de Quevedo)

Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un pez espada muy barbado.

Era un reloj de sol mal encarado,
érase una alquitara pensativa,
érase un elefante boca arriba,
era Ovidio Nasón más narizado.

Érase el espolón de una galera,
érase una pirámide de Egipto,
las doce tribus de narices era.

Érase un naricísimo infinito,
muchísimo nariz, nariz tan fiera
que en la cara de Anás fuera delito.

El elefante (Mónica Tirabasso)

Paso pausado
siempre pesado
ahí viene el elefante.

Pesa la trompa,
pesa la panza
y la colita no pesa nada.
Abran el paso
si no, no pasa nada’.

Un gorrión (José Emilio Pacheco)

Baja a las soledades del jardín
y de pronto lo espanta tu mirada.
Y alza el vuelo sin fin,
alza su libertad amenazada’.

El viento en la isla (Pablo Neruda)

El viento es un caballo:
óyelo cómo corre
por el mar, por el cielo.
Quiere llevarme: escucha
cómo recorre el mundo
para llevarme lejos.
Escóndeme en tus brazos
por esta noche sola,
mientras la lluvia rompe
contra el mar y la tierra
su boca innumerable.
Escucha como el viento
me llama galopando
para llevarme lejos.

La rama (Octavio Paz)

Canta en la punta del pino
un pájaro detenido,
trémulo, sobre su trino.
Se yergue, flecha, en la rama,
se desvanece entre alas
y en la música se derrama.

El pájaro es una astilla
que canta y quema viva
en una nota amarilla.

Alzo los ojos: no hay nada.
Silencio sobre la rama,
sobre la rama quebrada.

Boda de flores (José A del Rosal)

Aquella rosita
nacida en Abril,
quería casarse
con un alhelí.

Va de padrino
su tío el jazmín
e irán a la boca
claveles cien mil.

Vestida de blanco,
verde y carmesí
la rosa se casa
con el ahlelí.

El sapito glo-glo-glo (José Sebastían Tallón)

Nadie sabe dónde vive,
nadie en la casa lo vio,
pero todos escuchamos
al sapito glo-glo-glo.

¿Vivirá en la chimenea?
¿Dónde diablos se escondió?
¿Dónde canta cuando llueve
el sapito glo-glog-glo?

¿Vive acaso en la azotea?
¿Se ha metido en un rincón?
¿Está debajo de la cama?
¿Vive oculto en una flor?

Nadie sabe dónde vive,
nadie en la casa lo vio,
pero todos escuchamos
cuando llueve glo-glo-glo.

La bruja Maruja (Carmen Gil)

La bruja Maruja espera
convertirse en camionera:
tener un camión violeta
y recorrer el planeta.

Llevar, moviendo el volante,
una vida emocionante.
Conocer a mucha gente
y sitios muy diferentes.

El barquito de papel (Amado Nervo)

Con la mitad de un periódico
hice un barco de papel,
en la fuente de mi casa
le hice navegar muy bien.
Mi hermana con su abanico
sopla y sopla sobre él.
¡Buen viaje, muy buen viaje,
barquito de papel!

Camino a Belén (Teresita Alvado de Landizábal)

Van un burrito caminando
paso a paso hacia Belén
florecillas la saludan
y él no sabe bien por qué.

En su lomo va María
y a su lado va José
al asar algunos días
un niñito ha de nacer.

¡Are! ¡arre! borriquito
¡arre! !arre! y llegarás.
Lleva pronto a los viajeros,
ya después descansarás.

Tontería (Eduardo Polo)

Un niño tonto y retonto
sobre un gran árbol se montó.
Con su pelo largo y rubio
hasta la copa se subió.
Se creyó un pájaro solo
que iba a volar y no voló.
De la altura, en un desmayo,
el pobre niño se cayó.

La sonrisa del niño (Publo A. Cordero)

Abrió sus ojos el Niño
y en otros ojos se vio.
Al verse tan pequeñito,
el Niño se sonrió.

Es que su madre, la Virgen
lo miraba con amor
y en sus brillantes pupilas
fue donde el Niño se vio.

Todos los niños del mundo,
lo mismo que el Niño Dios,
sonríen cuando sus madres
los miran llenas de amor.

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